El lanzador de los Medias Rojas de Boston, Rick Porcello, llevó la misma gorra manchada de sudor durante toda la temporada pasada para ganar el premio Cy Young.
El ex jardinero de los Red Sox, Trot Nixon, llegó a ser campeón de las Series Mundiales con una gorra empapada de tierra y polvo.
El jugador de primera base de San Juan Pablo II, Anthony Oriola, tenía la esperanza de que su tapa polvorienta y mugrienta también diera buena suerte a su equipo de béisbol de los Leones.
"Tiene algo de carácter", dijo con una sonrisa. "Lo hacía antes que él. El año pasado, cuando lo ganamos todo, fue una gorra de la suerte para mí, así que no quise cambiarla. Siempre me han criticado por ello. Es una combinación de suciedad, sudor, probablemente se me ha caído unas cuantas veces".